jueves, 3 de enero de 2013

Femicidio.

Deje que te fueras.

Extraño lo amargo de tus palabras,

cada segundo de tu ira reprimida,
cada minuto del odio
que me consumía,
la contracción involuntaria 
de mis ojos,
el sudor frió
recorriendo mi cuello
y las sienes.

Extraño ese incansable afán

por desmembrar cada una de tus
extremidades,
la sicosis constante,
las manos sudadas,
el momento exacto
del tacto del filo
en tu cuello,
el miedo reflejado 
en cada lagrima
que caía de tus ojos.

Se que ya no te tengo...


Extraño aun mas tus gritos,

ese grito agónico,
desgarrador,
luego que el acero hiciera contacto
con tu piel,
un grito de auxilio,
pero silencioso al mismo tiempo.

Extraño esa cara enrojecida por la rabia y el odio,

ese rostro marcado por la traición de tu destino,
marcado cual animal.

¡Te lo merecías,
se que lo merecías!...

No volveré a verte

y eso me pone contento,
pero la tristeza 
inunda estas paredes
adornadas de un color
rojo sangre pasión,
el dormitorio aun mantiene tu olor,
la soledad algún día
reemplazara el espacio 
que alguna vez te perteneció.

Yo no quería, 

pero
despertaste al demonio,
el mismo que se mantuvo al margen
desde que te conocí,
el mismo demonio
que muchas veces me suspiro en el oído
taladrando en lo mas profundo del pensamiento
me incitó al dolor, a la ira, al rencor, al mal...
a empuñar el arma de tu deceso.

intente luchar contra mi mismo
pero hoy soy mas fuerte que ayer.

Sigo atado con cadenas
a este cuerpo maldito,
es adictivo 
sentir tu corazón 
querer salir del tórax,
sentir el quiebre
de cada uno de tus huesos.

El remordimiento 
trajo en mi
un incesable ardor 
en el pecho,
un dolor de cabeza
que retumba en lo mas oscuro
de mi mente,
un dolor estomacal al ver
como te desangras 
revolcándote en la alfombra,
aun siento el respirar agónico.

la victima...
la que un día compartió mi cama,
hoy yace junto a mis pies.












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